Fumatas en el Vaticano: cómo se revela al mundo la elección del nuevo pontífice

Con el inicio del cónclave tras el fallecimiento del papa Francisco, la Capilla Sixtina se convierte en el escenario central de la Iglesia católica. Mientras los cardenales deliberan en secreto, el mundo aguarda una única señal: el humo que emerge de la chimenea.
Esta señal, usada desde el siglo XIX, tiene un lenguaje propio. Si es negro, indica que no hay acuerdo; si es blanco, celebra la elección de un nuevo papa. La necesidad de clarificar este mensaje se hizo evidente en 1903, cuando las primeras diferencias de color comenzaron a utilizarse oficialmente.
Dos estufas hacen posible este sistema: una más tradicional, que quema las papeletas, y otra moderna, que incorpora un mecanismo electrónico con productos químicos que tiñen el humo. Ya no se utiliza paja, sino sustancias como antraceno y clorato de potasio, que permiten una distinción más clara entre los colores.
La elección puede durar horas o días. En la historia reciente, los cónclaves han sido breves, pero no siempre fue así: el más largo duró casi tres años.